viernes, 29 de mayo de 2009

ANGELES Y DEMONIOS


Ángeles y Demonios, ficción entre ciencia y religión.

Por Luisa Lane


La primer novela de Dan Brown y la segunda adaptación cinematográfica de las aventuras de Robert Langdon llega al cine este verano, abriendo la temporada en México. Llega acompañada de controversia, aunque no al nivel que su predecesora, El Código DaVinci.

Contando la historia de una sucesión papal, vemos a Robert Langdon tratando de descifrar otro acertijo simbólico para salvar al Vaticano y a la multitud que se reúne en San Pedro a esperar al nuevo Papa. Como con El Código…, la religión es el punto de controversia que ha puesto a estas cintas en medio del debate. La Iglesia Católica sigue condenando el trabajo de Brown, acusándolo de criticar a la iglesia sin fundamentos y poniendo dudas en la mente de su feligresía. Para los amantes de las teorías de la conspiración y de las sociedades secretas, estas películas son lo bastante interesantes como para pagar el boleto del cine. Es por eso que la cinta desbancó a Star Trek al segundo lugar en su semana de estreno en E.U., aunque no será una tendencia que dure mucho.

Con menos nombres famosos en el casting que El Código…, Ángeles y Demonios sale al público en una época más tranquila para su temática. A 4 años de la muerte de Juan Pablo II, esta película se puede prestar a varias interpretaciones, algunas de ellas muy conectadas con teorías de conspiración (como la muerte de Juan Pablo I); y además está el usar el proyecto del acelerador de partículas para crear antimateria (en inglés Large Hadron Collider o LHC), que se encuentra en el CERN en Ginebra y que tanto dio de que hablar hace unos meses, cuando algunos grupos contrarios al proyecto vaticinaban que el encender el acelerador destruiría el planeta, como el arma que serviría a los Iluminati para borrar a la Iglesia del mapa.

Pero la controversia y la recomendación de no verla, sólo provocan que más gente vaya al cine. Ambas cintas han tenido buena entrada en taquilla en nuestro país, sin que la jerarquía católica pueda quejarse de que la fe de los mexicanos sufrió en algo. Hace falta un poco más que una película medianamente buena para mover la fe tan enraizada en este país.

La cinta tiene buen ritmo y se nota que Ron Howard esta utilizando bien su presupuesto. Ahorró en casting porque gastó bastante en efectos especiales, visuales y de reconstrucción, ya que el Vaticano le prohibió utilizar los sitios históricos y los interiores de San Pedro, así que se vio en la necesidad de recrear salones, vistas y escenarios muy conocidos y que la historia exigía para el desarrollo de la misma. La ciudad de Roma como fondo de un rally en el que corremos con Langdon para resolver el enigma que le ayudará a encontrar la bomba de antimateria que amenaza con destruir la ciudad.

La película muestra la eterna guerra entre la religión y la ciencia, en la idea de que cada una es la negación de la otra. Mostrar la creación de antimateria y la llamada Partícula de Dios, la chispa que dio origen al universo, contra una iglesia que busca encontrar un balance entre su dogma y la certeza científica pero que no puede evitar que cierta parte de sus miembros sigan considerando blasfema la interpretación que hace la ciencia del mundo y del hombre.

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