Por: Adriana Wycuss.
Intento # 29
Me rehuso a llorar por alguien cuyo nombre es impronunciable y el tiempo libre no es su virtud…
Paseos forzados y apresurados por los pasillos de la facultad quedaron atrás, los saludos ocasionales donde tu naturaleza atolondrada me cautivó aguardan en la caja de las notas que prometen ser de nuevo útiles; recuerdos paralelos a los de mi “gran amor”…
Soy el tipo de chica que cree en las casualidades y ésta sin duda lo es. Un lúgubre juego a los que el destino me tiene acostumbrada a fuerza de ser una de sus participantes favoritas (já)
El reloj da las 11 de la mañana y corro hacia el pasillo intentando evitar a las masas, la agorafobia es más aguda de día. Se que estarás en el cubo de la escalera como todos los inter de clases y en cierta forma me alegro; una cara amable en medio de la indiferencia.
Es fin de semestre, de hecho el último de la carrera, ya no le temo a las multitudes y ya no busco tu presencia reconfortable, pero tienes ese nosequé del que esporádicamente presumí ante el “dueño absoluto de mi ser”, quien ahora tampoco está a mi lado.
Hoy seduzco a la muchedumbre. Y de repente estas ahí, con lo atolondrado tu ser, en un lugar cuyo nombre es impronunciable y su ubicación aún desconocida y mi nueva vida chispeando como la diamantina que maquilla mis ojos, con tu saliva inundando mis ganas, mis labios agraviando tu cuello y tu lengua paseando por mi garganta, con tu deseo en mi sonrisa irreverente y mi soledad en la promesa de tu futuro exitoso y pudiente.
Mi “gran amor” por su parte, está en tierras cálidas con la brisa salada besándole los cabellos y Nacha Guevara incitándolo a sucumbir. Mi corazón está resquebrajado, consecuencia de mi ludopatía pasional y quiero ver en ti la imagen de la tierra prometida, la ruptura de mi tendencia a besar sapos que se convierten en calabaza. Meramente rompes mis esquemas, con tu nombre impronunciable, tu poca celeridad, tu perspicacia inexistente, tu escaso atractivo y tu ego inflado con tus propios pulmones.
No eres el príncipe de color que me rescatará de la torre custodiada por mis suplicios, ni siquiera tienes las ganas de enfrentar mis ilusiones, ni siquiera tienes espacio para mis besos, ni siquiera tienes la lujuria para retenerme…
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